La información médica se está acumulando rápidamente. Hemos generado, lo que podemos llamar, inflación del conocimiento. Generamos más de lo que podemos entender, de lo que podemos absorver.
Neurólogo, empresario y divulgador. Estudió medicina no solo para ejercerla. Siempre aspiró a cambiarla. Y hoy ese empeño empieza a ser una realidad: ha creado una tecnología pionera que agiliza y mejora la toma de decisiones.
En enero de 2014, con su amigo Alberto Giménez Ramón-Borja, abogado de formación, y Jorge Tello, ingeniero, se pusieron a trabajar en una plataforma que albergara los casos previos de la medicina y pudiera servir de herramienta para la medicina de la misma manera que la jurisprudencia era para el derecho.
Este hecho era posible ya que «en España más del 80% de las historias clínicas estaban digitalizadas y, por lo tanto, consituían una fuente de big data enorme» le comentó Ignacio a su compañero Alberto Giménez
Los tres se pusieron a trabajar y tan solo unos meses más tarde ganaron una competición para emprendedores tecnológicos auspiciada por la Fundación Rafael del Pino y la Singularity University de Silicon Valley: en verano de 2014, Hernández Medrano viajó a Estados Unidos para seguir un programa de 10 semanas del que saldría apuntalada Savana Médica, una herramienta de inteligencia artificial y big data que quiere ayudar a los médicos a tomar mejores decisiones y que ya emplean 41 hospitales tanto públicos como privados en España (y uno más en Chile).
Hoy Hernández Medrano divide su tiempo entre sus pacientes en el Ramón y Cajal, Savana y la divulgación. En sus charlas defiende que la profesión tiene a un gran aliado en la tecnología.
La información médica crece a un ritmo vertiginoso y cada vez es más difícil mantenerse actualizados. En consecuencia, la calidad de la atención que se dispensa depende de que el médico esté al día para ser capaz de llegar a un buen diagnóstico. Ese fenómeno, enemigo común de todo paciente, se llama variabilidad. Y es lo que persigue paliar Savana.
“Hoy, cuando un médico se enfrenta a un cuadro que desconoce puede buscar en libros, un proceso lento y torpe, o en ciertas bases de datos, pero sobre todo se recurre a la opinión de otros compañeros. Es un método muy informal”, señala. “El mercado de un médico no es curar enfermedades, sino tener la confianza de la población. Pero a estas alturas de la historia de la humanidad es absurdo pensar que puede almacenar todo el conocimiento científico en su cerebro: no es posible y, sobre todo, no es necesario”.
A día de hoy Savana prepara su asalto al mercado anglosajón, permite a los profesionales saber qué han hecho otros ante un caso similar. “Hoy la historia clínica digital se utiliza en sanidad para lo que llamamos uso primario. Es decir, tú vas al médico porque te duele la cabeza, apunta una serie de datos y los tiene ahí para, cuando vuelvas, saber qué te pasó. Pero lo que no existe es la reutilización secundaria, es decir, reunir los historiales, previamente anonimizados, de todos los que tienen dolor de cabeza y extraer conclusiones. Y eso es exactamente lo que hace Savana: ofrecer información útil no solo al médico en la consulta, también al gerente del hospital y al investigador, que tiene una maraña de datos de los que extraer luz para decidir cuál será la siguiente investigación, medicamento o prueba”.
Más información en EL PAÍS